No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.
1 Samuel 2:3
La soberbia y la altanería, son cosas que a Dios no le agradan, son males muy grandes en el corazón de las personas. El arrogante cree que lo sabe todo, y este sentimiento lo lleva a creer que es superior a los demás, detrás de la altanería, la soberbia y la arrogancia, viene la envidia, el perjuicio, la murmuración, la crítica negativa.
Son cosas comunes en las personas que no tienen a Dios en su corazón, y son cosas muy graves que también afectan a la iglesia. Los cristianos no pueden dejarse dominar por estos sentimientos, que no pertenecen a una vida nueva, y se contraponen con las enseñanzas de Jesús.
El cántico de Ana, contiene este versículo, que comienza diciendo " no multipliqueis palabras de grandeza y altanería" claro que el Espíritu Santo estaba inspirando a esta mujer, que sufrió por varios años la humillación de sus pares, por ser estéril, por parte de su familia y conocidos, vivía triste y oprimida por las burlas, de las mujeres que vivían en su casa, en ese tiempo no tener hijos era como una maldición. Cuánta gente hoy, querido lector, está sufriendo lo mismo que Ana, lo que los expertos llaman Bullying, es discriminación, y daña al prójimo.
Hay gente que discrimina, murmura, crítica, prejuzga a los demás, sin medir sus palabras están hiriendo y hasta matando a su prójimo con sus expresiones. Este mal es muy visible en las redes sociales, críticas palabras de altanería, competencia, arrogancia, son moneda corriente en las comunicaciones de hoy.
Pero debes saber que servimos al "Dios de todo saber" si creemos en Dios y decimos ser sus hijos, no podemos hablar con arrogancia, altanería, ni soberbia, al contrario debemos ser humildes y saber que por cada palabra que decimos, aún en el lugar más secreto, daremos cuenta delante del Dios todopoderoso, algún día.
Ana estaba tan feliz de que su oración fuese respondida, la que era estéril ahora abrazaba un hijo, gracias a Dios, quizá ella también en su lucha, para defenderse de la burla, pudo haber pronunciado palabra negativas, por eso declara "Cesen las palabras arrogantes de su boca" departe de ella misma, y de parte de sus detractores, porque el Dios de todo saber, es quien tiene la última palabra, y decide que será de nosotros, al "pesar las acciones", esto es las nuestras coma la de nuestro prójimo.
P. Aldo
1 Samuel 2:3
La soberbia y la altanería, son cosas que a Dios no le agradan, son males muy grandes en el corazón de las personas. El arrogante cree que lo sabe todo, y este sentimiento lo lleva a creer que es superior a los demás, detrás de la altanería, la soberbia y la arrogancia, viene la envidia, el perjuicio, la murmuración, la crítica negativa.
Son cosas comunes en las personas que no tienen a Dios en su corazón, y son cosas muy graves que también afectan a la iglesia. Los cristianos no pueden dejarse dominar por estos sentimientos, que no pertenecen a una vida nueva, y se contraponen con las enseñanzas de Jesús.
El cántico de Ana, contiene este versículo, que comienza diciendo " no multipliqueis palabras de grandeza y altanería" claro que el Espíritu Santo estaba inspirando a esta mujer, que sufrió por varios años la humillación de sus pares, por ser estéril, por parte de su familia y conocidos, vivía triste y oprimida por las burlas, de las mujeres que vivían en su casa, en ese tiempo no tener hijos era como una maldición. Cuánta gente hoy, querido lector, está sufriendo lo mismo que Ana, lo que los expertos llaman Bullying, es discriminación, y daña al prójimo.
Hay gente que discrimina, murmura, crítica, prejuzga a los demás, sin medir sus palabras están hiriendo y hasta matando a su prójimo con sus expresiones. Este mal es muy visible en las redes sociales, críticas palabras de altanería, competencia, arrogancia, son moneda corriente en las comunicaciones de hoy.
Pero debes saber que servimos al "Dios de todo saber" si creemos en Dios y decimos ser sus hijos, no podemos hablar con arrogancia, altanería, ni soberbia, al contrario debemos ser humildes y saber que por cada palabra que decimos, aún en el lugar más secreto, daremos cuenta delante del Dios todopoderoso, algún día.
Ana estaba tan feliz de que su oración fuese respondida, la que era estéril ahora abrazaba un hijo, gracias a Dios, quizá ella también en su lucha, para defenderse de la burla, pudo haber pronunciado palabra negativas, por eso declara "Cesen las palabras arrogantes de su boca" departe de ella misma, y de parte de sus detractores, porque el Dios de todo saber, es quien tiene la última palabra, y decide que será de nosotros, al "pesar las acciones", esto es las nuestras coma la de nuestro prójimo.
P. Aldo
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