Mostrando entradas con la etiqueta el buen samaritano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta el buen samaritano. Mostrar todas las entradas

Quien es tu prójimo

Lucas 10:30-37

 30  Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. place
 31  Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
 32  Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
 33  Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
 34  y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
 35  Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
 36  ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
 37  El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo. 

A veces estamos tan centrados en nosotros mismos, que nos olvidamos de los demás, como cristianos nos preocupa vivir agradando a Dios, y aveces enfocamos toda nuestra atención a la relación que tenemos nosotros y Dios, que no está mal si lo hacemos correctamente, pero a veces pensamos que cuanto más nos dedicamos a Dios, más nos va a bendecir y hasta llegamos a creer que si logramos toda su atención lograremos una posición "privilegiada" con Dios por sobre los demás hermanos. Esto es un pensamiento muy egoísta, deseamos solo nuestro beneficio, y creemos que Dios nos pondrá sobre los demás hermanos, egocentrismo puro. De esta forma vivimos, sin disfrutar de la bendición de Dios, porque él mira de lejos al soberbio, pero da gracia a los humildes. 
Actuando de esta forma egoísta, no crecemos en el espíritu, vivimos creyendo que estamos bien ante Dios, pero si no amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, estamos faltando al segundo mandamiento más importante dado por el Señor.
Para crecer debemos estar bien con nosotros mismos, con Dios, y con los demás, uno de los propósitos del llamado de Dios es servir y amar a nuestro prójimo, y este mandato llega hasta nuestros enemigos. 
Hacer el bien a los demás, no solamente es la voluntad de Dios, también trae gratificación personal, cuando ayudamos y bendecimos a nuestro prójimo. Hacer la voluntad de Dios nos da paz, hace que sintamos una profunda motivación al servir a Dios y al prójimo, le da sentido a nuestra vida. 
Hoy la palabra de Dios te desafía, a poner por obra su segundo mandamiento, imita lo que hizo el samaritano de la parábola que enseñó Jesús, recuerda su sentencia final: ve tú y haz lo mismo.