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Un discípulo llamado Ananías

Hechos 9:10-16
 10  Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
 11  Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 
 12  y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
 13  Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 
 14  y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
 15  El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
 16  porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 

Dios conoce profundamente a sus hijos, en este relato del libro de los Hechos de los Apóstoles, podemos apreciar de qué forma el Señor trata con sus siervos. Hay una conversación, un diálogo entre el discípulo Ananías y el Señor, está es la clase de comunión que Jesús estableció por medio de la obra de la cruz, con todos sus servidores incluso nosotros. También vemos en esta lectura bíblica como el Señor da los detalles de la dirección, las calles y los que habitan las casas, muy específicamente Jesús le da, a Ananías, los datos de la casa de Judas dónde se encontraba Pablo orando. 
Jesús nos conoce a cada uno de nosotros, de forma muy detallada, esto incluye nuestra posición geográfica, el itinerario diario, Jesús no solo conoce nuestros pensamientos, él sabe dónde estamos, dónde vivimos, qué hacemos.
Podemos ver a un Ananías que al principio cuestionó el mandato de Jesús, como si el Señor no supiera quién era Saulo de Tarso (Pablo), pero que luego obedeció a las instrucciones de Cristo sin demora, porque los pensamientos del Señor no son los nuestros.
De está palabra aprendemos que hay una comunión íntima que Jesús quiere establecer con nosotros, es necesario buscar a Jesús y tratar de oír su voz cada día, alcanzar esa comunión que nos permite dialogar con el Señor, y dejar que él nos guíe,  la experiencia de Ananías confirma que seguir a Cristo no es religión, es entablar una relación con Jesús, solo los que conocen a Jesús serán conocidos por Dios en su presencia.
Debemos preguntarnos, si nosotros tenemos esa relación que tenía Ananías. Si somos obedientes a las demandas de Jesús, aunque no pensemos como él, y si estamos dispuestos a ir a dónde nos envía el Señor, aunque no nos guste. A cuántos Saulos de Tarso, les estamos negando lo necesitan, porque a nuestro juicio no se lo merecen. Pensemos en la gente no como las vemos con nuestros ojos naturales, sino como las ve el Señor, de la misma forma que Jesús nos ve a nosotros a cada momento.


Dios te bendiga!