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Nuestra asignación

Entonces yo pregunté: "Qué debo hacer, Señor?" Y el Señor me respondió: "Levántate y vete a Damasco. Allí te hablarán de la misión que te ha sido asignada.
Hechos 22:10 (BL)

Antes de encontrarse con Jesús, Pablo vivía lleno de odio, resentimiento y venganza, él creía que servía a Dios, persiguiendo cristianos para llevarlos a la cárcel.
Hasta que Jesús se cruzó en su camino ese fue un momento bisagra en la vida de Saulo de Tarso, desde ese momento el perseguidor de la iglesia, pasaría a ser el Apóstol Pablo siervo de Jesús.
Hay tres momentos clave en la conversación de Pablo, primero la intervención divina, la revelación de Jesús, se presentó como una luz que lo cegó en pleno mediodía, y lo arrojó a tierra, después la voz del Señor diciéndole ¿Por qué me persigues?. En segundo lugar, Pablo desconoce a Dios, y pregunta ¿Quién eres? Y por último rendido a los pies del Señor, Pablo vuelve a preguntar: ¿Que debo hacer, Señor?
En el relato bíblico, podemos oír la voz  de Jesús hablando a cada uno de nosotros, cuando vamos por nuestro propio camino a veces llenos de sentimientos negativos, haciendo daño a los demás y a nosotros mismos ¿Quién puede decirnos que estamos equivocados? Somos tan soberbios y orgullosos, solo Jesús puede derribarnos a tierra, a veces el amor de Dios nos golpea, porque es la única forma de salir de nuestro propio error.
Después viene la revelación de Dios, Pablo era un conocedor de la biblia, un religioso, celoso de las cosas de Dios, pero aún así no conocía a ese Dios que adoraba, él aprendió de otros lo que sabía de Dios, pero nunca tuvo un encuentro con el Señor. Según el criterio religioso de Pablo Jesús no se ajustaba a las cosas de Dios, y por eso lo rechazaba y perseguía a la iglesia, él creía que estaba sirviendo a Dios, pero en realidad se convirtió en enemigo del Dios que adoraba.
Es una lección para nosotros, saber que debemos aprender a entender su palabra, oír a los maestros, los Profetas y pastores que Dios puso para nuestra instrucción, pero debemos buscar su presencia, ir al encuentro con el Señor cada día, Jesús se manifestará a nosotros.
Cuando tenemos una relación con Jesús, viene la tercera pregunta ¿Señor qué quieres que haga? Esto significa que ya estamos listos para servir al Señor, entonces se nos dirá cuál es nuestra asignación.
Jesús nos conoce, pero es necesario que nosotros le conozcamos a él, solo así le veremos tal cual es, y estaremos en condiciones de ser siervos y siervas del Señor. En este día el desafío de esta palabra contiene dos preguntas que debes hacerte: ¿Conozco al Señor? ¿Estoy haciendo lo que él quiere que haga? 
Si todavía no encontraste respuesta, hoy déjate derribar por Dios, humíllate ante el Señor y dile: ¿Señor qué quieres que yo haga?


P. Aldo 

Un discípulo llamado Ananías

Hechos 9:10-16
 10  Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
 11  Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 
 12  y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
 13  Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 
 14  y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
 15  El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
 16  porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 

Dios conoce profundamente a sus hijos, en este relato del libro de los Hechos de los Apóstoles, podemos apreciar de qué forma el Señor trata con sus siervos. Hay una conversación, un diálogo entre el discípulo Ananías y el Señor, está es la clase de comunión que Jesús estableció por medio de la obra de la cruz, con todos sus servidores incluso nosotros. También vemos en esta lectura bíblica como el Señor da los detalles de la dirección, las calles y los que habitan las casas, muy específicamente Jesús le da, a Ananías, los datos de la casa de Judas dónde se encontraba Pablo orando. 
Jesús nos conoce a cada uno de nosotros, de forma muy detallada, esto incluye nuestra posición geográfica, el itinerario diario, Jesús no solo conoce nuestros pensamientos, él sabe dónde estamos, dónde vivimos, qué hacemos.
Podemos ver a un Ananías que al principio cuestionó el mandato de Jesús, como si el Señor no supiera quién era Saulo de Tarso (Pablo), pero que luego obedeció a las instrucciones de Cristo sin demora, porque los pensamientos del Señor no son los nuestros.
De está palabra aprendemos que hay una comunión íntima que Jesús quiere establecer con nosotros, es necesario buscar a Jesús y tratar de oír su voz cada día, alcanzar esa comunión que nos permite dialogar con el Señor, y dejar que él nos guíe,  la experiencia de Ananías confirma que seguir a Cristo no es religión, es entablar una relación con Jesús, solo los que conocen a Jesús serán conocidos por Dios en su presencia.
Debemos preguntarnos, si nosotros tenemos esa relación que tenía Ananías. Si somos obedientes a las demandas de Jesús, aunque no pensemos como él, y si estamos dispuestos a ir a dónde nos envía el Señor, aunque no nos guste. A cuántos Saulos de Tarso, les estamos negando lo necesitan, porque a nuestro juicio no se lo merecen. Pensemos en la gente no como las vemos con nuestros ojos naturales, sino como las ve el Señor, de la misma forma que Jesús nos ve a nosotros a cada momento.


Dios te bendiga!