“La tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.” Génesis
28: 13.
Ninguna promesa es de interpretación privada: las promesas no pertenecen a un
solo santo, sino a todos los creyentes. Hermano mío, si tú puedes acostarte en fe
sobre una promesa, y descansar sobre ella, es tuya. Jacob tomó posesión del
lugar al que “llegó”, yen el que durmió y descansó. Poco se imaginaba que al
acostar su humanidad sobre el suelo y usar las piedras del lugar como
almohadas, estaría tomando posesión de la tierra; y, sin embargo, así fue. Vio en
su sueño esa maravillosa escalera que une para todos los creyentes la tierra con
el cielo; y en verdad el lugar donde estaba la base de la escalera había de
pertenecerle por derecho, pues de otra manera no habría podido alcanzar la
divina escalinata. Todas las promesas de Dios son Sí y Amén en Cristo Jesús; y
como Él es nuestro, cada promesa es nuestra si nos acostamos en ella en
confiada paz.
Vamos, tú que estás cansado, usa las palabras de tu Señor como tu almohada.
Acuéstate en paz. Sueña únicamente con Él. Jesús es tu escalera de luz. Mira a
los ángeles subir y bajar sobre Él entre tu alma y tu Dios; y puedes estar seguro
de que la promesa es tu propia porción que te ha sido dada por Dios, y que no
cometerás un robo si la tomas para ti, como expresada especialmente para ti.
Charles Spurgeon
28: 13.
Ninguna promesa es de interpretación privada: las promesas no pertenecen a un
solo santo, sino a todos los creyentes. Hermano mío, si tú puedes acostarte en fe
sobre una promesa, y descansar sobre ella, es tuya. Jacob tomó posesión del
lugar al que “llegó”, yen el que durmió y descansó. Poco se imaginaba que al
acostar su humanidad sobre el suelo y usar las piedras del lugar como
almohadas, estaría tomando posesión de la tierra; y, sin embargo, así fue. Vio en
su sueño esa maravillosa escalera que une para todos los creyentes la tierra con
el cielo; y en verdad el lugar donde estaba la base de la escalera había de
pertenecerle por derecho, pues de otra manera no habría podido alcanzar la
divina escalinata. Todas las promesas de Dios son Sí y Amén en Cristo Jesús; y
como Él es nuestro, cada promesa es nuestra si nos acostamos en ella en
confiada paz.
Vamos, tú que estás cansado, usa las palabras de tu Señor como tu almohada.
Acuéstate en paz. Sueña únicamente con Él. Jesús es tu escalera de luz. Mira a
los ángeles subir y bajar sobre Él entre tu alma y tu Dios; y puedes estar seguro
de que la promesa es tu propia porción que te ha sido dada por Dios, y que no
cometerás un robo si la tomas para ti, como expresada especialmente para ti.
Charles Spurgeon