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El Sabor de la Sal

Mateo 5:13
»Ustedes son la sal de la tierra. ¿Pero para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor.

La sal tiene dos propiedades, destruye la corrupción y da sabor a todo. Una comida puede ser condimentada con todo tipo de condimentos, pero si le falta sal, no tendrá sabor. Nosotros los que seguimos a Jesús tenemos esa peculiaridad, somos como la sal, rechazamos el pecado que corrompe, da mal olor, y lleva a la muerte, somos agentes de vida y santidad. También somos como la sal, de color blanco que significa pureza, somos portadores del amor de Dios, de la vida, somos portadores de la presencia del Espíritu Santo. La advertencia del Señor es: si la sal pierde el sabor con qué será salada? No debemos descuidar la presencia de Dios en nosotros, no debemos descuidar el amor de Dios manifestándose en nosotros, y que bendice a todos los que nos rodean. Como la sal tiene propiedades únicas, también nosotros como hijos de Dios tenemos propiedades únicas por ser portadores de la presencia del Señor. Tenemos que examinarnos y verificar si todavía sabemos a sal, como estamos influenciado nuestro entorno, y como el entorno nos afecta a nosotros. La sal da sabor a todo lo que está cerca de ella, si somos portadores de Jesús, su bendición fluye en nosotros y afecta nuestro entorno. Pero también lo que nos rodea puede quitarnos el sabor, y volvernos insípidos, si la sal pierde el sabor, con qué será salada? Como hijos de Dios tenemos que reflejar las características de nuestro Padre, el amor y la misericordia, la paz tiene que estar presentes en nosotros. Nuestras obras también deben llevar el sello de su Presencia. Pero si perdemos la presencia, si volvemos atrás, si comenzamos a vivir como los que no tienen a Dios, entonces perderemos el sabor. Cuando nuestra vida no se diferencia con los que viven sin Dios, es señal de algo no anda bien, nos estamos alejando, estamos volviendo atrás, nos enfriamos, perdemos el sabor.
Tenemos que recordar que somos, para no perder nuestra identidad, si sabemos lo que somos, no perderemos nuestra naturaleza. La sal no pude dejar de ser lo que es, pero si puede perder su sabor, un hijo de Dios no pude dejar de ser lo que es, pero si puede apagarse espiritualmente, y descuidar la presencia de Dios en su vida, volviendo atrás, al lugar de donde fue rescatado. Recuerda tu eres la sal de la tierra, no pierdas el sabor, conserva la presencia y rechaza todo lo malo en el nombre de Jesús.

Ptr. Aldo.