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La tarea del discípulo

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 

Mateo 25:35-36

Cuando hablamos de discipulado, ser un seguidor de Jesús, siempre nos enfocamos en los requisitos, o demandas del Señor. Tomar la Cruz y seguirlo, dejar todo por ir en pos de él, poner las manos en el arado, son algunos de los principios del discipulado. Pero todas estas demandas, tienen algo en común, y es que están enfocadas en nuestra actitud hacia Dios. Todas ellas tiene que ver con el primer mandamiento más importante de la ley hebrea, en el antiguo testamento, y que Jesús declara cuando un religioso le pregunta cuál es el mayor mandamiento: "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y más grande mandamiento." (Mateo 22:37-38) por ser el mayor mandamiento le damos más atención que a ningún otro, y aveces nuestro servicio está tan centrado en este principio, que nos olvidamos que hay un segundo mandamiento muy importante " Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Mateo 22:39)
Nuestra adoración a Dios debe ser total, el es el centro de nuestro ser, pero amar a nuestro prójimo es parte de nuestra adoración a Dios, Jesús manifestó el hecho de amar a nuestros semejantes, en todo su ministerio terrenal, en sus enseñanzas, y su muerte por nosotros en la cruz.
Esto quiere decir que amar a nuestro prójimo y dar, como Jesús dió su vida, es adorar a Dios, y hacer su voluntad. En estos versículos que leemos de Mateo, Jesús remarca la importancia de nuestro servicio al prójimo, todo lo que hacemos a los necesitados, es servir a Jesús. Nos agrada saber que Jesús es nuestra defensa, cuando estamos en dificultades, sabemos que todo lo que nos hacen a nosotros, se lo hacen a Jesús, y él nos defenderá. Pero ahora debemos pararnos de la vereda contraria, y dejar de ver lo que nos pasa a nosotros para preocuparnos, por lo que pasa con nuestro prójimo, ayudar al necesitado, asistir al pobre, orar por el enfermo, visitar a los encarcelados, y todo lo que pueda ser de ayuda a nuestros semejantes, es la voluntad de Dios, pero también es lo que más nos cuesta hacer. 
Oremos para que Dios nos capacite, para sentir lo que Jesús sintió por nosotros, y lo que siente por los necesitados, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo, o mejor dicho cómo Jesús nos amó a nosotros.


P. Aldo.