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Decisión

Filipenses 3: 13b-14
"olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús"

El que vive en el pasado, mirando hacia atrás, no puede avanzar hacia lo nuevo. Decidirnos por seguir a Cristo, es "poner la mano en el arado para no volver atrás, ni siquiera la mirada", por eso la palabra de Dios dice: " aquel que está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, todo es hecho nuevo". Dios nos da una nueva oportunidad, cuando nosotros estamos dispuestos a dejar atrás el pasado y el presente, hasta el momento de nuestra decisión de seguir a Jesús, para recibir lo nuevo en el presente y el futuro inmediato, y lejano. Todos quieren lo nuevo que Dios ofrece, pero no todos están dispuestos a renunciar al pasado, y a las cosas del presente que deben dejar por Jesús. Esto implica sacrificio, renuncia, y determinación, dejar vicios, pecados, mala vida, malas relaciones, cambiar nuestra forma de proceder ya no pagamos mal por mal, ya no debemos envidiar a nadie, ya no podemos ser violentos, lujuriosos, mentirosos, homicidas, vengativos, soberbios, mal pensados, idólatras, borrachos, drogadictos, religiosos, falsos, hipócritas, avaros, adúlteros, vivir fornicando, traidores, corruptos, etc.
Si queremos se bendecidos y recibir la nueva vida que Jesús nos ofrece, tenemos que para, mirar a qué cosas debemos renunciar, reconocer que no está bien lo que hacemos delante de Dios, arrepentirnos, pedir perdón, y dar un lado de fe para comenzar a vivir en Cristo, entonces vamos a poder decir lo viejo paso para mí, ahora todo es nuevo, mi familia, toda mi vida es renovada por la gracia de Dios. Desde esta postura aplicamos el versículo 14 "prosigo a la meta del supremo llamado de Dios para mí" no podemos detenernos, y nada nos puede detener, ni la enfermedad, ni la escacez, ni nada puede detener el avance de un hijo de Dios.
Deja atrás tu pasado, y lánzate hacia adelante al futuro diseñado por Dios para tu vida.

Muchas bendiciones!
P. Aldo Monegal.