Génesis 23:1-2
" 1 Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara.
2 Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla."
La palabra de Dios nos habla directamente a cada uno de nosotros, con relatos de la vida y los hechos de hombres y mujeres que vivieron en comunión con Dios, por medio de su relación con el Señor, y las cosas que Dios hizo en ellos y por medio de ellos, nosotros podemos percibir la voz del Espíritu Santo hablando a nosotros en este día. En la lectura de Génesis me enfoque en el relato de la muerte de Sara, la esposa de Abraham, ella vivió más de 120 años, y logró tener un hijo en su vejez, porque así Dios los quiso. Ese hijo fue parte de la promesa que Dios le hizo a Abraham, cuando lo llamó para entrar en sus propósitos, de ser amigo de Dios, y por medio de él formar a la nación de Israel.
Abraham se detuvo en su camino, solo para dar sepultura a su esposa Sara, compró una cueva, dónde en el futuro también él y su familia serían sepultados. Lo importante de este relato es que Abraham, no se detuvo en su camino en el propósito de Dios, porque sabía que volvería a ver a Sara, solo depósito su cuerpo en el sepulcro, hizo duelo, lloro por ella, pero después tomó fuerzas en Dios para continuar adelante, tenía mucho que hacer, y mucho que vivir antes de reunirse con Sara.
Está parte de la palabra de Dios, en el libro de Génesis, me hace meditar en el siguiente libro del devocional de hoy, el evangelio de Lucas capítulo 9: 59-60 la palabra dice que un hombre se acercó a Jesús en el camino, y le dijo que lo seguiría a dónde vaya, pero primero debía esperar que vaya a enterrar a su padre, Jesus le respondió en el verso 60, diciendo que si su decisión era seguirlo tenía que comenzar por darle toda la prioridad en su vida a Dios. Somos personas que Dios llamó con un propósito, el Señor nos escogió, si nosotros decidimos obedecer a su llamado, nuestra prioridad debe ser Dios. Nada puede detenernos, y nada quedará inconcluso en nuestra vida, porque todo lo que nos pase mientras caminamos con Jesús, está en su control, y al final del camino veremos qué nada se perdió, que todo fue conservado por Dios para nosotros, aún los que partieron antes, están esperando con Jesús que lleguemos a nuestra morada celestial.
En Cristo no hay pérdida, solo hay ganancia.
" 1 Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara.
2 Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla."
La palabra de Dios nos habla directamente a cada uno de nosotros, con relatos de la vida y los hechos de hombres y mujeres que vivieron en comunión con Dios, por medio de su relación con el Señor, y las cosas que Dios hizo en ellos y por medio de ellos, nosotros podemos percibir la voz del Espíritu Santo hablando a nosotros en este día. En la lectura de Génesis me enfoque en el relato de la muerte de Sara, la esposa de Abraham, ella vivió más de 120 años, y logró tener un hijo en su vejez, porque así Dios los quiso. Ese hijo fue parte de la promesa que Dios le hizo a Abraham, cuando lo llamó para entrar en sus propósitos, de ser amigo de Dios, y por medio de él formar a la nación de Israel.
Abraham se detuvo en su camino, solo para dar sepultura a su esposa Sara, compró una cueva, dónde en el futuro también él y su familia serían sepultados. Lo importante de este relato es que Abraham, no se detuvo en su camino en el propósito de Dios, porque sabía que volvería a ver a Sara, solo depósito su cuerpo en el sepulcro, hizo duelo, lloro por ella, pero después tomó fuerzas en Dios para continuar adelante, tenía mucho que hacer, y mucho que vivir antes de reunirse con Sara.
Está parte de la palabra de Dios, en el libro de Génesis, me hace meditar en el siguiente libro del devocional de hoy, el evangelio de Lucas capítulo 9: 59-60 la palabra dice que un hombre se acercó a Jesús en el camino, y le dijo que lo seguiría a dónde vaya, pero primero debía esperar que vaya a enterrar a su padre, Jesus le respondió en el verso 60, diciendo que si su decisión era seguirlo tenía que comenzar por darle toda la prioridad en su vida a Dios. Somos personas que Dios llamó con un propósito, el Señor nos escogió, si nosotros decidimos obedecer a su llamado, nuestra prioridad debe ser Dios. Nada puede detenernos, y nada quedará inconcluso en nuestra vida, porque todo lo que nos pase mientras caminamos con Jesús, está en su control, y al final del camino veremos qué nada se perdió, que todo fue conservado por Dios para nosotros, aún los que partieron antes, están esperando con Jesús que lleguemos a nuestra morada celestial.
En Cristo no hay pérdida, solo hay ganancia.