29 Jesús contestó: —El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El SEÑOR nuestro Dios es el único SEÑOR.
30 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
31 El segundo es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Ningún otro mandamiento es más importante que éstos. (Marcos 12:29-31 NTV)
Está es la base sobre la que se apoya la verdadera fe, estos mandamientos forman la estructura de la adoración a Dios, y son la plataforma para establecer su reino.
El versículo 29 es el Shema de Israel, una declaración, sobre quién es Dios, dice que el verdadero Dios, el Eterno, es único. Para nosotros es una declaración de fe, que nos recuerda que tenemos un Señor, que es único, y solo a Él debemos servir.
El segundo mandato dice que debemos amar a Dios, en el centro de nuestro ser. Notamos que las tres áreas de nuestro ser, corazón, alma, y mente deben amar a Dios, en el espíritu el lugar más íntimo, en nuestra alma, donde están la base de nuestra personalidad, emociones y pensamientos. Y nuestras fuerzas, son todo lo que hacemos en esta vida, el andar cotidiano, las palabras que decimos, nuestros hechos debe manifestar el amor a Dios. El amor a Dios, es la columna vertebral de la fe, es la raíz de la devoción a Dios, amar a Dios nos ubica en el centro de su voluntad. El segundo mandato es amar al prójimo, como a nosotros mismos, este mandato no puede ser posible sin el primero. El amor al prójimo es amor a Dios, porque el prójimo es la imagen de Dios y fue creado por él, como nosotros somos imagen de Dios, creados por él para su gloria. Amar a Dios es amar toda su creación, amar al prójimo y a nosotros mismos es el fundamento del Reino de Dios.
Entender esta revelación, nos lleva a la verdadera adoración a Dios, en Cristo, nos coloca en su voluntad, nos introduce a su Reino, de paz, amor y gozo en el Espíritu Santo. La solución a los problemas de la humanidad están en estos mandamientos, si las naciones guardaran esta ley, el mundo cambiaría totalmente. Como hijos de Dios tenemos la responsabilidad de dar a conocer la voluntad de Dios, somos los precursores del reino, cambiemos el mundo con el amor de Dios.
P. ADMonegal
30 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
31 El segundo es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Ningún otro mandamiento es más importante que éstos. (Marcos 12:29-31 NTV)
Está es la base sobre la que se apoya la verdadera fe, estos mandamientos forman la estructura de la adoración a Dios, y son la plataforma para establecer su reino.
El versículo 29 es el Shema de Israel, una declaración, sobre quién es Dios, dice que el verdadero Dios, el Eterno, es único. Para nosotros es una declaración de fe, que nos recuerda que tenemos un Señor, que es único, y solo a Él debemos servir.
El segundo mandato dice que debemos amar a Dios, en el centro de nuestro ser. Notamos que las tres áreas de nuestro ser, corazón, alma, y mente deben amar a Dios, en el espíritu el lugar más íntimo, en nuestra alma, donde están la base de nuestra personalidad, emociones y pensamientos. Y nuestras fuerzas, son todo lo que hacemos en esta vida, el andar cotidiano, las palabras que decimos, nuestros hechos debe manifestar el amor a Dios. El amor a Dios, es la columna vertebral de la fe, es la raíz de la devoción a Dios, amar a Dios nos ubica en el centro de su voluntad. El segundo mandato es amar al prójimo, como a nosotros mismos, este mandato no puede ser posible sin el primero. El amor al prójimo es amor a Dios, porque el prójimo es la imagen de Dios y fue creado por él, como nosotros somos imagen de Dios, creados por él para su gloria. Amar a Dios es amar toda su creación, amar al prójimo y a nosotros mismos es el fundamento del Reino de Dios.
Entender esta revelación, nos lleva a la verdadera adoración a Dios, en Cristo, nos coloca en su voluntad, nos introduce a su Reino, de paz, amor y gozo en el Espíritu Santo. La solución a los problemas de la humanidad están en estos mandamientos, si las naciones guardaran esta ley, el mundo cambiaría totalmente. Como hijos de Dios tenemos la responsabilidad de dar a conocer la voluntad de Dios, somos los precursores del reino, cambiemos el mundo con el amor de Dios.
P. ADMonegal