¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! ¡Aclamadlo, naciones, con su pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su fuerza! Porque él vengará la sangre de sus siervos, tomará venganza de sus adversarios, dará su pago a quienes le aborrecen y purificará el suelo de su pueblo. Deuteronomio 32:43 (BJ)
Uno de los anhelos más grandes de la gente, creyentes y no creyentes es el deseo de Justicia. La injusticia es fruto de la maldad, la corrupción y la mentira, y por supuesto todo esto es resultado del pecado. Vivimos en un mundo injusto, la gran mayoría de la gente es pobre o sufre hambre, y solo unos pocos disfrutan de abundancia, los que tratan de vivir honestamente sufren, mientras los deshonestos prosperan, los que ejercen la violencia hieren a los que buscan la paz, los débiles son oprimidos, maltratados, usados como esclavos, y los corruptos y delincuentes ejercen el poder y viven seguros. Todo esto le pasa a la mayoría de la gente, y el pueblo de Dios también sufre la injusticia del mundo. Los creyentes son menospreciados, rechazados, y burlados, y tienen todo tipo de obstáculos, por parte de la sociedad y del ámbito espiritual, los hijos de Dios sufren injusticia junto con los pobres y los débiles de este mundo, pero la diferencia está en que los creyentes tienen un Juez justo.
La justicia de Dios es implacable, es incorruptible, cuando Dios ejecuta un juicio es justo en toda su manifestación.
La esperanza de los creyentes que confían en Dios, está en saber que él es Justo, y dará su recompensa a cada uno según sus hechos y palabras. Este cántico de Moisés, termina con esta declaración de alabanza por la Justicia de Dios, para los que perseveran en la fe, y con una advertencia para aquellos que ejercen la maldad.
La promesa es que Dios librará a su pueblo, dará el pago a sus enemigos, y limpiará la tierra de toda maldición, Dios es Justo, y saciará a los que tienen hambre y sed de Justicia!
Uno de los anhelos más grandes de la gente, creyentes y no creyentes es el deseo de Justicia. La injusticia es fruto de la maldad, la corrupción y la mentira, y por supuesto todo esto es resultado del pecado. Vivimos en un mundo injusto, la gran mayoría de la gente es pobre o sufre hambre, y solo unos pocos disfrutan de abundancia, los que tratan de vivir honestamente sufren, mientras los deshonestos prosperan, los que ejercen la violencia hieren a los que buscan la paz, los débiles son oprimidos, maltratados, usados como esclavos, y los corruptos y delincuentes ejercen el poder y viven seguros. Todo esto le pasa a la mayoría de la gente, y el pueblo de Dios también sufre la injusticia del mundo. Los creyentes son menospreciados, rechazados, y burlados, y tienen todo tipo de obstáculos, por parte de la sociedad y del ámbito espiritual, los hijos de Dios sufren injusticia junto con los pobres y los débiles de este mundo, pero la diferencia está en que los creyentes tienen un Juez justo.
La justicia de Dios es implacable, es incorruptible, cuando Dios ejecuta un juicio es justo en toda su manifestación.
La esperanza de los creyentes que confían en Dios, está en saber que él es Justo, y dará su recompensa a cada uno según sus hechos y palabras. Este cántico de Moisés, termina con esta declaración de alabanza por la Justicia de Dios, para los que perseveran en la fe, y con una advertencia para aquellos que ejercen la maldad.
La promesa es que Dios librará a su pueblo, dará el pago a sus enemigos, y limpiará la tierra de toda maldición, Dios es Justo, y saciará a los que tienen hambre y sed de Justicia!
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