Salmo 1
1 Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones;
2 sino que se deleitan en la ley del SEÑOR meditando en ella día y noche.
3 Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.
4 ¡No sucede lo mismo con los malos! Son como paja inútil que esparce el viento.
5 Serán condenados cuando llegue el juicio; los pecadores no tendrán lugar entre los justos.
6 Pues el Señor cuida el sendero de los justos, pero la senda de los malos lleva a la destrucción.
Este es el primer Salmo del libro de los salmos, el tema principal es el contraste entre los justos y los malos, o los que sirven a Dios y los enemigos de Dios.
Los primero tres versículos hablan sobre la felicidad de aquellos que se esfuerzan por agradar a Dios, que no se unen con los incrédulos, ni se mezclan con los que hacen los malos, son fieles a su Dios en todo. Estas al ser obedientes a Dios, disfrutan de sus beneficios, son como árboles junto a las aguas, siempre están verdes, y fuertes. Los hijos de Dios siempre están bendecidos, en cualquier situación, Dios los ayuda siempre. La clave de estos árboles, son sus raíces, profundas que beben las aguas del río, que representa al Espíritu Santo. La vida de intimidad con Dios, son como las raíces de un árbol, no se ve pero tiene un efecto determinante en la apariencia de sus hojas, un hijo de Dios que tiene profunda intimidad con Dios tiene una vida de poder, la unción del Espíritu Santo, el poder de Dios siempre se está moviendo a su favor. Los últimos versículos hablan sobre el final de los incrédulos, aunque parezca que les va bien, y tengan triunfos temporales, su fin está marcado por la condenación eterna.
Aprendemos con esta palabra que como hijos de Dios, debemos tener cuidado de asociarnos con los incrédulos, mucho menos con gente pagana y corrupta, aunque si oramos por ellos para que Dios los guíe al arrepentimiento, si permanecemos con ellos corremos peligro de caer, y ser arrastrados por sus maldades perdiendo la invaluable bendición de Dios. También aprendemos que las raíces de una relación profunda, en el secreto con Dios, conectados al Espíritu Santo, son la clave para llevar una vida que agrada a Dios, en fidelidad con aquel que nos amó desde la eternidad.
Que el Señor te guarde en todos tus caminos, y te llene de paz!
P. ADMonegal
1 Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones;
2 sino que se deleitan en la ley del SEÑOR meditando en ella día y noche.
3 Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.
4 ¡No sucede lo mismo con los malos! Son como paja inútil que esparce el viento.
5 Serán condenados cuando llegue el juicio; los pecadores no tendrán lugar entre los justos.
6 Pues el Señor cuida el sendero de los justos, pero la senda de los malos lleva a la destrucción.
Este es el primer Salmo del libro de los salmos, el tema principal es el contraste entre los justos y los malos, o los que sirven a Dios y los enemigos de Dios.
Los primero tres versículos hablan sobre la felicidad de aquellos que se esfuerzan por agradar a Dios, que no se unen con los incrédulos, ni se mezclan con los que hacen los malos, son fieles a su Dios en todo. Estas al ser obedientes a Dios, disfrutan de sus beneficios, son como árboles junto a las aguas, siempre están verdes, y fuertes. Los hijos de Dios siempre están bendecidos, en cualquier situación, Dios los ayuda siempre. La clave de estos árboles, son sus raíces, profundas que beben las aguas del río, que representa al Espíritu Santo. La vida de intimidad con Dios, son como las raíces de un árbol, no se ve pero tiene un efecto determinante en la apariencia de sus hojas, un hijo de Dios que tiene profunda intimidad con Dios tiene una vida de poder, la unción del Espíritu Santo, el poder de Dios siempre se está moviendo a su favor. Los últimos versículos hablan sobre el final de los incrédulos, aunque parezca que les va bien, y tengan triunfos temporales, su fin está marcado por la condenación eterna.
Aprendemos con esta palabra que como hijos de Dios, debemos tener cuidado de asociarnos con los incrédulos, mucho menos con gente pagana y corrupta, aunque si oramos por ellos para que Dios los guíe al arrepentimiento, si permanecemos con ellos corremos peligro de caer, y ser arrastrados por sus maldades perdiendo la invaluable bendición de Dios. También aprendemos que las raíces de una relación profunda, en el secreto con Dios, conectados al Espíritu Santo, son la clave para llevar una vida que agrada a Dios, en fidelidad con aquel que nos amó desde la eternidad.
Que el Señor te guarde en todos tus caminos, y te llene de paz!
P. ADMonegal