La tormenta

Mateo 8:26-27
26 El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

El asombro de los discípulos al ver cada milagro de Jesús, los abrumaba, ellos estaban viendo a los enfermos sanos, a los endemoniados libres, y las multitudes que seguían a Jesús alimentadas con cinco panes y dos peces, y decían Jesús es el profeta del cual habló Moisés, hasta este momento todo estaba dentro de lo esperado. Pero cuando Jesús reprendió al viento y al mar, y la tormenta se desvaneció, los discípulos dijeron: ¿quién es este hombre? 
Después de este acontecimiento, los discípulos se dieron cuenta que Jesús no era un hombre más, ni un profeta como los del antiguo Testamento. Cada milagro de Jesús, era una prueba de su divinidad, y el hecho de calmar la tormenta en el mar, era la prueba más contundente de que Jesús es Dios.
Cada uno de nosotros pasamos por el mismo proceso que los discípulos, vemos los milagros del Señor en nuestras vidas, pero Jesús nunca deja de sorprendernos, él hace cosas que nos dejan con la boca abierta, nos cuesta entender el poder de Dios.
Oramos por las dificultades que tenemos, y por la necesidad de la gente, llenos de dudas en nuestro interior, hasta que vemos la mano de Dios y decimos ¡ Que grande es el Señor! Pero Jesús nos dice: hombres y mujeres de poca fe, ¿Porque dudan? No tengan temor.
Aunque nuestra barca está en medio de un mar embravecido, y las tormentas amenazan con hundirnos,  Jesús está con nosotros.
No esperemos hasta el último momento para buscar a Jesús, los discípulos trataron de enfrentar la tormenta, pero fue tanto el temor, y la desesperación, que la duda llenó sus corazones, y fueron a buscar a Jesús, como la última posibilidad de salvarse. Jesús siempre estuvo con ellos en la barca, y ya estaba determinado que no se hundirán, porque el propósito de Dios era llegar a la otra orilla. Recuerda que mientras Jesús esté en tu vida, y navegas en el propósito de Dios, tu barca no se hundirá, Jesús detendrá las tormentas y te conducirá a buen puerto, porque la voluntad de Dios es bendecir tu vida.

¡Bendiciones a todos!

Ptr. Aldo Daniel Monegal.

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