Corazón quebrantado

El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.
Salmo 51:17 (NTV)

Cada día debemos acercarnos a Dios con un espíritu quebrantado y un corazón arrepentido. Quizá pienses ¿De qué debo arrepentirme cada día? En nuestro diario vivir siempre cometemos errores, pescamos, a veces sin darnos cuenta, porque no es posible caminar sin ensuciarse los pies. David sabía bien que sin la misericordia y el perdón de Dios, estaba perdido, porque el pecado mata, enferma, y corta la relación con Dios, que es la fuente de la vida y la bendición, por eso el rey David en los Salmos siempre agradece a Dios por su misericordia. Humillarse ante Dios reconociendo que somos imperfectos, pedir perdón por cada pecado cometido, aún por los errores ocultos, es un sacrificio agradable para Dios. En la antigüedad los israelitas tenían que llevar una ofrenda de sacrificio cada vez que se presentaban delante de Dios, hoy como hijos de Dios, el sacrificio perfecto por los pecados es Jesús, debemos llevarlo con nosotros y humillarnos delante de Dios pidiendo perdón y limpieza, para ser libres de la culpa. No hay pecado que Dios no pueda perdonar, no debemos cargar con la culpa pensando que nuestro pecado no tiene solución, la Biblia dice: si confesamos nuestro pecado él es fiel y justo para perdonar. Presentemos, cada día, este sacrificio a Dios: nuestro corazón arrepentido, un corazón que sabe reconocer sus errores y los expone ante su Creador, es de gran estima ante el Altísimo. Reconocer que sin la misericordia de Dios estamos perdidos, es dejar de pensar que somos autosuficientes, dejar de lado el orgullo y la soberbia, entender que necesitamos de Dios, de su perdón cada día para vivir libres y disfrutar de la paz y el gozo del perdón. La gente vive en opresión, los problemas de estrés, los temores, la enfermedad son cargas que llevamos sobre nosotros, Jesús dijo: vengan a mí, todos los que están trabajados y cansados y yo los haré descansar. El camino para dejar las cargas a los pies de Jesús es el arrepentimiento, el que se presenta ante Dios con un corazón arrepentido y quebrantado disfrutará de toda la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Ptr. Aldo

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