Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.
Jueces 6:23-24
El temor a la muerte es el origen de todos los temores que esclavizan al hombre, la vida humana es frágil y fácil de perder, cuando nos damos cuenta que no tenemos control sobre este acontecimiento inevitable para todos, el temor se manifiesta y esclaviza a quien cede a su poder. Gedeón fue un joven que vivían atado al temor, que le fue infundido por su propio entorno, su familia y sus conciudadanos, sufrían la esclavitud del temor, a causa de un enemigo en común que cada año los atacaba. Todos estaban sujetos al temor de los enemigos que destruyen su tierra, y Gedeón era uno más. Hay que considerar que el temor es resultado del pecado del hombre contra Dios, todo Israel fue entregado a sus enemigos por haber abandonado a su Dios. Pero Gedeón tiene un encuentro con el ángel de Jehová, y es liberado de las cadenas del temor y el estancamiento, y Dios lo alienta a tomar la iniciativa para salir adelante, él fue liberado para liberar a su familia y su nación. La primer reacción que Gedeón tiene cuando toma conciencia de que Dios habló con él, es temor a morir, cuando la luz de la presencia de Dios nos ilumina sale a luz nuestro pecado, sentimos el peso de la condena ante el Juez supremo de toda la tierra, y es inevitable sentir que estamos perdidos, que el pecado nos selló para morir, pero Dios nos dice: no tengas temor, no morirás! La gracia de Dios, su amor, nos libera de la condena, el Juez justo nos absuelve y nos da una nueva oportunidad de vivir bajo su voluntad. Es importante notar que la primer misión que Dios le encarga a Gedeón es destruir el altar al dios falso que su propio padre tenía en su propiedad, y la imagen de un ídolo que la ciudad adoraba, y le encarga edificar un altar de adoración al verdadero Dios de Israel, en su lugar. Después le envía a enfrentar al enemigo con un pequeño ejército de trescientos hombres, que por la gracia de Dios logra vencer, a un enemigo que tenía un ejército tan numeroso como la arena que está a orilla del mar. El encuentro con Dios nos hace entender que necesitamos su perdón, nos revela cuál es nuestra condición ante él, y nos genera arrepentimiento. Este cambio de actitud se manifiesta en todo lo que nos rodea, quitando los "dioses ajenos" derribando los altares a falsos dioses, para adorar al verdadero Dios que nos libertó. Cuando levantamos altar al verdadero Dios, Jesús! en nuestras vidas, el temor es vencido, el enemigo que nos oprime es destruído, y la paz sobrenatural de Dios, llena nuestro corazón. La fe, y la confianza de saber que Dios es nuestro amparo y protección, que fuimos liberados de la condena, y tenemos el respaldo de el Eterno para enfrentar la adversidad, nos llena de esa paz sobrenatural que sobrepasa todo entendimiento. Escucha la voz de Dios que hoy te dice: no tengas temor, morirás! Y levanta un altar de adoración al Dios de paz!
Aldo Daniel Monegal.
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