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Promesas

Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Lucas 6:20

Jesús miro fijamente a sus discípulos, cuando les declaró esta palabra, notemos que dos clases de personas estaban en ese momento con el Señor, la muchedumbre que buscaba un milagro y sus discípulos. En la actualidad también hay una diferencia entre los que se identifican como creyentes y los que son discípulos, los creyentes son las personas que se relacionan con Dios solo los días que van a la iglesia, no están dispuestos a entregar sus vidas al Señor son simpatizantes de Dios, ellos siguen siendo "dueños" de sus vidas y Dios no entra en sus planes y proyectos, le ponen límites a Dios. Los discípulos son los que entregaron todo a Jesús, van a la iglesia pero saben que servir al Señor es una tarea de veinticuatro horas al día, entienden que nada les pertenece todo es de su Señor, y que sin Jesús no son nada los discípulos de Jesús tienen una sola meta servir a su Señor y parecerse cada día más a su maestro.
Jesús los llamo "bienaventurados vosotros los pobres" y no estaba hablando de la pobreza económica de la miseria y la escasez, el hablaba de depender enteramente del Padre celestial, un pobre nada tiene, no puede aferrarse a nada solo le queda confiar en Dios. Los discípulos de Jesús saben que Dios es el que suple todas sus necesidades, son pobres porque en espíritu porque su dependencia y provisión viene del Dios.
La Biblia dice que Jesús se hizo pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos,  
Seamos discípulos, seamos pobres en espíritu, y la abundancia del cielo lloverá sobre nosotros, la promesa es que el Reino de los Cielos nos pertenece, somos ciudadanos de cielo, no nos conformemos con ser simples creyentes buscando un milagro personal, seamos discípulos de Jesús con un propósito, con un destino profético las promesas son de los discípulos y la herencia del Padre es para los hijos, "bendiciendo te bendeciré y serás de bendición."

Aldo Daniel Monegal

Bienaventurados

Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Lucas 6:20

Jesús miro fijamente a sus discípulos, cuando les declaró esta palabra, notemos que dos clases de personas estaban en ese momento con el Señor, la muchedumbre que buscaba un milagro y sus discípulos. En la actualidad también hay una diferencia entre los que se identifican como creyentes y los que son discípulos, los creyentes son las personas que se relacionan con Dios solo los días que van a la iglesia, no están dispuestos a entregar sus vidas al Señor son simpatizantes de Dios, ellos siguen siendo "dueños" de sus vidas y Dios no entra en sus planes y proyectos, le ponen límites a Dios. Los discípulos son los que entregaron todo a Jesús, van a la iglesia pero saben que servir al Señor es una tarea de veinticuatro horas al día, entienden que nada les pertenece todo es de su Señor, y que sin Jesús no son nada los discípulos de Jesús tienen una sola meta servir a su Señor y parecerse cada día más a su maestro.
Jesús los llamo "bienaventurados vosotros los pobres" y no estaba hablando de la pobreza económica de la miseria y la escasez, el hablaba de depender enteramente del Padre celestial, un pobre nada tiene, no puede aferrarse a nada solo le queda confiar en Dios. Los discípulos de Jesús saben que Dios es el que suple todas sus necesidades, son pobres porque en espíritu porque su dependencia y provisión viene del Dios.
La Biblia dice que Jesús se hizo pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos,  
Seamos discípulos, seamos pobres en espíritu, y la abundancia del cielo lloverá sobre nosotros, la promesa es que el Reino de los Cielos nos pertenece, somos ciudadanos de cielo, no nos conformemos con ser simples creyentes buscando un milagro personal, seamos discípulos de Jesús con un propósito, con un destino profético las promesas son de los discípulos y la herencia del Padre es para los hijos, "bendiciendo te bendeciré y serás de bendición."

Aldo Daniel Monegal

Es tiempo de subir al monte de Dios

Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.
Isaías 2:3

Dios confirma en esta palabra Profética que Israel será en este tiempo, los "postreros tiempos", el lugar donde Dios Será Glorificado, Israel es el reloj Profético de Dios.
Pero esta palabra nos habla de subir al monte de Dios, a buscar su palabra, y obtener su ayuda, cuando estamos en el valle de la confusión, tenemos que decir como David en el Salmo: "Alzaré mis ojos a los montes".
Esta palabra dice en el verso anterior el monte de Jehová será "cabeza de los montes", el monte de Dios es el más alto y sublime, eso quiere decir que hay otros montes alrededor que parecen pero no son el "monte de Dios".
Tenemos que subir al monte de Dios, hoy el Espíritu Santo nos invita subir a su monte, a escuchar y aprender sus caminos, pero también en la altura del monte de Dios nuestra visión será cambiada lo que en el valle se veía grande y amenazante, desde el monte de Dios se verá insignificante.
Como subimos al monte? En oración, en la búsqueda, en la lectura de su Palabra, tenemos que esforzarnos subir no es fácil,  pero debemos poner nuestra mirada en la cima esa es nuestra meta, llegar a lo más alto donde Dios nos espera para consolarnos, fortalecernos, y enseñarnos sus caminos.
Ven subamos ahora al monte de Dios, escapa de los problemas, de la desolación del valle en el que estás, sube al monte de Dios, porque es la cabeza de todos los montes, allí está la vida, allí está Jesús.

A.D. Monegal

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