Mateo 26:41
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Si no mantenemos una actitud de vigilancia espiritual y oración, fácilmente seremos vencidos por nuestro peor enemigo, nosotros mismos.
La carne es nuestro yo, nuestra alma caída, esa parte de nuestro ser que está lleno de cosas que no agradan a Dios. Sentimientos de odio, de orgullo, sentimientos de ira, enojo y violencia, son obras de la carne. El Apóstol Pablo lo ilustra muy bien en Gálatas capítulo 5.
El remedio para no ser vencido por la carne es velar y orar, velamos cuando meditamos en la palabra de Dios, y dejamos que el Espíritu Santo nos hable, velamos cuando estamos atentos a lo que pasa alrededor de nosotros y en el mundo espiritual, velamos cuando nos guardamos de romper los mandatos de Dios.
Y claro que la oración es fundamental, para llevar una vida agradable a Dios.
Pero la oración debe ser en la voluntad de Dios, no la nuestra, no podemos pedirle a Dios lo que se nos ocurre, solo lo que está en su voluntad. Para ese fin no fue dado el Espíritu Santo, para vivir, servir y orar en su voluntad.
©P. Aldo
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Si no mantenemos una actitud de vigilancia espiritual y oración, fácilmente seremos vencidos por nuestro peor enemigo, nosotros mismos.
La carne es nuestro yo, nuestra alma caída, esa parte de nuestro ser que está lleno de cosas que no agradan a Dios. Sentimientos de odio, de orgullo, sentimientos de ira, enojo y violencia, son obras de la carne. El Apóstol Pablo lo ilustra muy bien en Gálatas capítulo 5.
El remedio para no ser vencido por la carne es velar y orar, velamos cuando meditamos en la palabra de Dios, y dejamos que el Espíritu Santo nos hable, velamos cuando estamos atentos a lo que pasa alrededor de nosotros y en el mundo espiritual, velamos cuando nos guardamos de romper los mandatos de Dios.
Y claro que la oración es fundamental, para llevar una vida agradable a Dios.
Pero la oración debe ser en la voluntad de Dios, no la nuestra, no podemos pedirle a Dios lo que se nos ocurre, solo lo que está en su voluntad. Para ese fin no fue dado el Espíritu Santo, para vivir, servir y orar en su voluntad.
©P. Aldo