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El plan B

El cristianismo moderno ha tenido una larga aventura amorosa con el concepto de que los seguidores de Jesús son personas de destino. Hay demasiados sermones como para enumerarlos cuyo mensaje ha sido que a los fieles les esperan cosas grandes, ya sea bendiciones financieras o éxito en sus relaciones y carreras. Más allá de la creencia de que Dios da materialmente a aquellos que lo aman está la idea de que no sólo los cristianos, como pueblo, son especiales. Dios ha definido un mapa de ruta para cada uno de los creyentes, para que hagan un impacto único en el mundo. ¡Fuimos hechos para algo especial!

Hablando de manera práctica, esto ha significado llegar a ser un misionero o pastor o hacer el compromiso fiel de vivir bíblicamente y cosechar los beneficios. Nada se interpondría en nuestro camino. A pesar de que el enemigo haría lo posible para hacernos descarrilar, Dios no lo permitiría.

Así que los planes se hacen a partir de los sueños. Los recursos y la energía están dirigidos a prepararnos para el plan A, nuestro “llamado” a ser el próximo Rick Warren, una súper mamá o el hombre de negocios cristiano del año. ¿Qué ocurre cuando las cosas no salen como esperábamos?

La vida está llena de desvíos inesperados, tanto para los cristianos como para aquellos que no creen. Un accidente, una enfermedad, un embarazo inesperado, un aborto espontáneo, un divorcio, una economía débil, la pérdida del empleo y el aguijón del fracaso pueden dejarnos tambaleando. ¿Qué le sucedió al mapa? ¿Dónde está la carrera que iba a dejar una marca en el mundo? ¿Cómo puede permitir Dios que esto le suceda a su plan?

Hace poco escuché al pastor y autor Pete Wilson dar una charla sobre su libro llamado Plan B. Su interpretación de la historia de José (Génesis 37–50) dio apoyo a lo que había estado pensando. El plan B es a menudo el plan A de Dios. Nuestro plan A no incluye el fracaso, tiene la cooperación y la comprensión completa de los miembros de la familia, carece de obstáculos, dolor o sufrimiento. La experiencia de José era exactamente lo opuesto.

Luego de haber sido dado por muerto por sus hermanos, tomado en servidumbre, acusado falsamente y echado a la cárcel, finalmente se halló en posición de salvar a los mismos hermanos que lo traicionaron al igual que a su país de origen. Este no era exactamente el plan A que este niño favorito había concebido para sí mismo. Cuando la situación cambió, el plan B entró en acción y José le sacó provecho al máximo, obteniendo fama para Dios en la mente del rey egipcio.

Muchos de nosotros hemos quedado destrozados por sueños hechos pedazos. Esto es lo que aprendí al recuperarme de los míos: el plan de Dios para mi vida es muy diferente del mío. El mío tenía que ver con llegar a ser más. Quería mejorar mis capacidades, conocimiento y habilidad, y ser reconocido por ellos. Lo que empezó como un deseo de servir a Dios y verlo hacer grandes cosas se convirtió en la búsqueda de que Dios me usara para hacer grandes cosas para él. Quería dejar una marca.

Esto es lo que Juan el Bautista tiene para decir sobre todo esto en Juan 3:29-31.

“Es el novio quien se casa con la novia, y el amigo del novio simplemente se alegra de poder estar al lado del novio y oír sus votos. Por lo tanto, oír que él tiene éxito me llena de alegría. Él debe tener cada vez más importancia y yo, menos. Él vino de lo alto y es superior a cualquier otro. Nosotros somos de la tierra y hablamos de cosas terrenales, pero él vino del cielo y es superior a todos.” (NTV)

La desilusión por las circunstancias de la vida puede ocurrir porque se supone que somos el amigo del novio, no el novio. Nuestro llamado no es a pelear, rasguñar y arañar en nuestro camino a ser famosos y tener impacto; en lugar de ello, tenemos simplemente que estar al lado de Dios y disfrutar de su éxito no importa a través de quién lo obtenga.

La historia de José nos dice que disfrutar el plan B de la vida y llegar a ser el amigo del novio tiene que ver con la aceptación y la fidelidad de los papeles que nos tocan. Es lo que Dios pensó para nosotros desde el principio.

Jack Radcliffe

Es tu desicion

Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos.
Colosenses 2:6 (NTV)

Somos súbditos de un reino, de una forma u otra, antes de conocer a Jesús también éramos súbditos de un reino, que nos obligaba a vivir como esclavos y no teníamos opción, ni forma de escapar.
Pero cuando el Reino de Dios se reveló por medio de Jesús, tuvimos la opción de elegir bajo qué reino queremos vivir, fuimos creados con la capacidad de elegir, de tomar decisiones, lo que se conoce como "libre albedrío".
Desde que Jesús vino al mundo, anunciando: "El reino de los cielos se ha acercado" el hombre tiene la oportunidad de ser libre del sistema de este mundo, solo tiene que decidirlo, ahora Dios determinó un día en el que el mundo será juzgado, y abrió un periodo de tiempo, una época de gracia para dar a los hombres la oportunidad de escapar del reino de esclavitud y muerte en el que está toda la humanidad, para que cuando el juicio se ejecute nadie pueda decir que no lo sabían, o que no se les dio oportunidad de ser salvados.
Estamos en esa cuenta regresiva, en un tiempo en el que Dios ofrece una "admitía" a la humanidad, la Biblia dice "Dios está pasando por alto los pecados", solo hay que tomar una decisión, y estarán nosotros el poder de hacerlo.
O seguimos en el reino de las tinieblas haciendo la voluntad de su gobernador, viviendo en la mentira y bajos el yugo del enemigo, cuya ley es matar, hurtar y destruir, o renunciamos a ese reino y nos pasamos al reino de Dios, cuyo Señor es Jesús.
Recibe hoy a Jesús, y escapa de este sistema que está ya condenado, aprovecha este tiempo de gracia, mientras se dice "hoy" ahora puedes tomar la decisión de darle tu vida al Rey de Reyes y Señor de señores, y pasarás de muerte a vida, de maldición a Bendición, él te dice hoy: Sígueme, sigue sus pasos y anda con El, te aseguro que recibirás en esta vida lo que necesitas y en el siglo que viene la vida eterna.
Dios te bendiga!

A. D.Monegal