Salmo 127:1-2
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.
La prosperidad viene de Dios, cuando confiamos en Él, tenemos paz y descanso. Esto no significa que no tengamos que trabajar arduamente para ganar el sustento o para alcanzar algunas metas económicas, al contrario Dios nos enseña a ser diligentes en el trabajo y el servicio a Dios, así como con todas la obligaciones que debemos cumplir, como ciudadanos y como miembros de una familia.
La diferencia está en saber que nuestros progresos no dependen del esfuerzo desmedido que invertimos, cuando confiamos solo en nuestras fuerzas o capacidades nos volvemos ansiosos, vamos al límite de nuestras fuerzas físicas, nos vamos a dormir tarde, nos levantamos temprano, nos abruman las tareas, y nuestro cuerpo se termina enfermando. El confiar en nuestras fuerzas únicamente, es una manifestación de soberbia y altivez hacia Dios, es desafiar el orden establecido por el, en las actividades diarias que debemos alternar, con el descanso necesario para el cuerpo y la mente.
Sin la bendición de Dios es inútil que nos esforcemos, el trabajo, los proyectos, la familia, todo depende de Dios y todos provienen de Él, cada cosa que emprendemos sin tener en cuenta a Dios será en vano, es un esfuerzo inútil, porque la base principal de toda nuestra vida es Dios. El motor que impulsa la vida misma es Dios, Jesús dijo: "las aves del cielo no trabajan ni acumulan en depósitos, pero Dios las alimenta, no hará muchos más por ustedes hombres de poca fe?"
Si entendemos que nuestro corazón late por la voluntad de Dios, entonces sabremos que dependemos de Él para todo, Jesús será nuestro motor, y todos nuestros esfuerzos serán prosperados, no estaremos cansados y ansiosos, porque nuestra confianza está en el Eterno, el Todopoderoso.
Ptr. Aldo Daniel Monegal
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.
La prosperidad viene de Dios, cuando confiamos en Él, tenemos paz y descanso. Esto no significa que no tengamos que trabajar arduamente para ganar el sustento o para alcanzar algunas metas económicas, al contrario Dios nos enseña a ser diligentes en el trabajo y el servicio a Dios, así como con todas la obligaciones que debemos cumplir, como ciudadanos y como miembros de una familia.
La diferencia está en saber que nuestros progresos no dependen del esfuerzo desmedido que invertimos, cuando confiamos solo en nuestras fuerzas o capacidades nos volvemos ansiosos, vamos al límite de nuestras fuerzas físicas, nos vamos a dormir tarde, nos levantamos temprano, nos abruman las tareas, y nuestro cuerpo se termina enfermando. El confiar en nuestras fuerzas únicamente, es una manifestación de soberbia y altivez hacia Dios, es desafiar el orden establecido por el, en las actividades diarias que debemos alternar, con el descanso necesario para el cuerpo y la mente.
Sin la bendición de Dios es inútil que nos esforcemos, el trabajo, los proyectos, la familia, todo depende de Dios y todos provienen de Él, cada cosa que emprendemos sin tener en cuenta a Dios será en vano, es un esfuerzo inútil, porque la base principal de toda nuestra vida es Dios. El motor que impulsa la vida misma es Dios, Jesús dijo: "las aves del cielo no trabajan ni acumulan en depósitos, pero Dios las alimenta, no hará muchos más por ustedes hombres de poca fe?"
Si entendemos que nuestro corazón late por la voluntad de Dios, entonces sabremos que dependemos de Él para todo, Jesús será nuestro motor, y todos nuestros esfuerzos serán prosperados, no estaremos cansados y ansiosos, porque nuestra confianza está en el Eterno, el Todopoderoso.
Ptr. Aldo Daniel Monegal