1 Corintios 7:29-31
Pero déjenme decirles lo siguiente, amados hermanos: el tiempo que queda es muy breve. Así que, de ahora en adelante, los que estén casados no deberían concentrarse únicamente en su matrimonio.
Los que lloran o los que se alegran o los que compran cosas, no deberían ser absorbidos por sus lágrimas ni su alegría ni sus posesiones.
Los que usan las cosas del mundo no deberían apegarse a ellas. Pues este mundo, tal como lo conocemos, pronto desaparecerá.
Esta palabra nos enseña que nada tiene que distraer nuestra atención a nuestro Señor Jesús, el tiempo es breve dice el Ap. Pablo.
Todo lo que hay en este mundo es pasajero, sean la relaciones personales y familiares, sean nuestras posiciones o deseos por las cosas de este mundo, todo pasará.
Cuando Jesús llamó a los discípulos para que lo sigan, dice la Biblia que ellos "dejándolo todo" lo siguieron, cuando Jesús les habló sobre el Reino venidero los discípulos le preguntaron: nosotros dejamos todo por seguirte, familia posesiones... Jesús les aseguro que recibirán en esta vida cien veces más además de la vida eterna.
Sabiendo que todo es pasajero, la palabra de Dios nos enseña que las preocupaciones y los problemas también lo son, también las metas de esta vida, el matrimonio, el trabajo, el estatus social, nada de estas cosas temporales deberían "absorbemos", nuestra atención tiene que estar en el Señor Jesús, ocuparnos de las cosas espirituales es vida y paz.
Esto no quiere decir que no tenemos que proyectar un buen trabajo, o una familia o tener buenas cosas, la Biblia dice que todo esto no debería ocupar el primer lugar en nuestra vida, que está reservado únicamente para el Señor.
Porque el tiempo es breve, el Señor volverá, y todo lo que hay en esta vida terminará, para dar comienzo a lo nuevo que Dios tiene preparado, y es nuestra herencia, la promesa del Señor, "cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia".
Así que amados, no se preocupen, y no se dejen absorber por este mundo, vivamos ahora en el espíritu, y el confortará nuestras almas.
A. D. Monegal
Pero déjenme decirles lo siguiente, amados hermanos: el tiempo que queda es muy breve. Así que, de ahora en adelante, los que estén casados no deberían concentrarse únicamente en su matrimonio.
Los que lloran o los que se alegran o los que compran cosas, no deberían ser absorbidos por sus lágrimas ni su alegría ni sus posesiones.
Los que usan las cosas del mundo no deberían apegarse a ellas. Pues este mundo, tal como lo conocemos, pronto desaparecerá.
Esta palabra nos enseña que nada tiene que distraer nuestra atención a nuestro Señor Jesús, el tiempo es breve dice el Ap. Pablo.
Todo lo que hay en este mundo es pasajero, sean la relaciones personales y familiares, sean nuestras posiciones o deseos por las cosas de este mundo, todo pasará.
Cuando Jesús llamó a los discípulos para que lo sigan, dice la Biblia que ellos "dejándolo todo" lo siguieron, cuando Jesús les habló sobre el Reino venidero los discípulos le preguntaron: nosotros dejamos todo por seguirte, familia posesiones... Jesús les aseguro que recibirán en esta vida cien veces más además de la vida eterna.
Sabiendo que todo es pasajero, la palabra de Dios nos enseña que las preocupaciones y los problemas también lo son, también las metas de esta vida, el matrimonio, el trabajo, el estatus social, nada de estas cosas temporales deberían "absorbemos", nuestra atención tiene que estar en el Señor Jesús, ocuparnos de las cosas espirituales es vida y paz.
Esto no quiere decir que no tenemos que proyectar un buen trabajo, o una familia o tener buenas cosas, la Biblia dice que todo esto no debería ocupar el primer lugar en nuestra vida, que está reservado únicamente para el Señor.
Porque el tiempo es breve, el Señor volverá, y todo lo que hay en esta vida terminará, para dar comienzo a lo nuevo que Dios tiene preparado, y es nuestra herencia, la promesa del Señor, "cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia".
Así que amados, no se preocupen, y no se dejen absorber por este mundo, vivamos ahora en el espíritu, y el confortará nuestras almas.
A. D. Monegal
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